El Monte Sant Michel

por Daniel Julivert

Esta es una aventura para un grupo de tres a cinco personajes de profesiones eclesiásticas, particularmente frailes. Con unos ligeros retoques, es de suponer que el DJ podría eliminar la necesidad de que los personajes hayan participado de los votos monacales, pero sin duda esto haría perder parte del encanto de la trama.

Resumen

Los personajes, tras recibir una premonitoria visión angelical, serán trasladados al monasterio del Monte Sant Michel, en el norte de Francia, donde se enfrentarán al misterio de la enfermedad del Abad, misterio que deberán resolver sino quieren que el monasterio caiga en manos del Maligno.

Introducción: Un sueño pasajero

Los personajes pueden ser de cualquier origen social que deseen, y puede haber ostentado cualquier profesión anterior, pero es requisito indispensable para jugar esta aventura que al empezar la sesión sean religiosos, preferiblemente monjes. No es necesario que se conozcan, y hasta se podría decir que es recomendable que no se conozcan (para dar morbo a la cosa). Así, mientras los Pj´s se encuentran en sus respectivos lugares habituales de residencia, una buena noche tendrán todos ellos el mismo sueño. En él se les aparecerá un ángel, que dirá llamarse Dracir, que les explicará que tienen que acudir al Monte San Michel para salvar al monasterio del acoso de una criatura infernal que está hostigando a uno de sus miembros (no dirá cual).

Es importante destacar que Dracir no pide su ayuda, sino que la reclama (al fin y al cabo, los Pj se entregaron a Dios cuando abrazaron los votos). Al día siguiente les recibirá la noticia de que han sido trasladados al monasterio del Monte San Michel. Una situación como ésta les puede dar la frustrante sensación de no haber tenido opción. No te preocupes, de eso se trata precisamente. Dios es sumisión.

Capítulo I: El orden de la cosas

Todos los personajes llegarán al monasterio el mismo día, a media tarde. Es incluso posible que coincidan ya en el camino si vienen de la misma dirección. Esto les daría la ocasión de irse conociendo antes de llegar.

Una vez en el monasterio les dará la bienvenida el Hermano Claustral, Jean Poiré (el encargado del cumplimiento de la Regla del monasterio), el cual se encargará de alojarlos en sus nuevas celdas. Hay que recordar que los PJs vienen aquí trasladados, por lo que después de enseñarles el lugar rápidamente les dejará que se instalen cómodamente, pero a partir de la hora de la cena se esperará de ellos que participen plenamente en las actividades del monasterio. Esto incluye levantarse a rezar los Maitines, a medianoche, ir a trabajar al campo de Laudes (al amanecer) hasta Sextas (a mediodía), y trabajar en tareas del convento (limpiar, ordenar, trasladar cosas, etc.) de Nonas (las tres) hasta Vísperas (las seis). A Completas (las nueve) se cena y a dormir.

Los personajes un poco avispados o con habilidades particularmente £tiles (como coser, curtir, leer y escribir, cocinar, etc.) podrán fácilmente encontrar trabajo en el scriptarium, las cocinas o lo que sea, pudiendo quedarse en el monasterio todo el día (y mucho más cómodos). En la primera cena que tomen en el refectorio, el día que lleguen, el Padre Prior Chazel les dará la bienvenida oficialmente al monasterio durante las oraciones previas a que se sirva la comida, en nombre de todos los demás y particularmente del Padre Abad, que está enfermo y no puede atender al refectorio. El hermano Philippe Lievre, que leerá las escrituras durante la cena, elegirá algunos textos de la Biblia:

"El muchacho que se deja a rienda suelta causará vergüenza a su madre" (Proverbios 29:15) "Ustedes, padres, no estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la disciplina y regulación mental de Jehová" (Efesios 6:4) "Dediquen tiempo a hablar de la Biblia con ellos, estudiándola en familia. Incúlquenles un sano temor a Jehová, pues así seguirán siempre los consejos de Jehová, para su propio beneficio" (Isaías 48:17)
Uno de los monjes, que está sentado junto a uno de los personajes (se trata del hermano LeTerrier), se muestra claramente afectado por estas palabras, y mira directa aunque disimuladamente al hermano Lievre, casi con miedo. Es importante tener en cuenta que levantar la vista durante las oraciones, así como hablar, está estrictamente prohibido por los votos.

La primera noche que pasen en el convento el PJ con más RRacionalidad tendrá un nuevo sueño en el que una vez más se le aparecerá Dracir, que le reprenderá por no haber empezado ya a cumplir su misión y le exhortará a actuar lo antes posible, todo ello de forma harto impaciente. Por la mañana uno de los PJs al azar (pero no el que ha tenido el sueño) despertará para notar que un pequeño perrito se ha colado en su celda durante la noche. El pobre animal, de poco más de una semana de vida, está evidentemente desnutrido y no tiene fuerzas prácticamente ni para moverse. Hay que tener en cuenta que está prohibido tener animales en las celdas, y si el PJ decide quedárselo y cuidarlo deberá esconderlo bien. Si no se lo queda, el animal desaparecerá de la historia; si se lo queda, le servirá de apoyo moral y compañía tanto como pueda, aunque no se acercará a un PJ que sueñe con Dracir.

A primera hora, mientras los demás monjes trabajan, el Padre Prior tendrá una pequeña charla privada con cada uno de los personajes, durante la que les interrogará discretamente sobre sus motivos para pedir el traslado aquí (sí, sí, figura oficialmente como petición de ellos), sus aptitudes profesionales, etc. Este es el momento de intentar conseguir un puesto en algún trabajo que no sea en el campo. Después, los personajes serán libres (menos por sus ocupaciones) para hacer lo que deseen.

Para acabar de agravarlo todo, Dracir se aparecerá cada noche en sueños al PJ que haya elegido, y le instará a darse prisa, aunque no dará datos ni aclaraciones, ni ayudará en ninguna forma. Si el PJ se insubordina le causará pesadillas a partir de esa noche en adelante (-20% a cualquier tirada posterior) y la siguiente noche se aparecerá a otro personaje. Eso sí, nunca al que esté cuidando al perrito (si es que lo cuida alguien).

Capítulo II: Falso culpable

Si intentan escarbar sobre el tema del hermano LeTerrier, nadie sabe lo que le pasa, aunque desde hace unos días está "un poco raro, como paranoide o algo así". Si al que preguntan es al hermano Jean-Yves Gaumont la reacción será la misma, pero alguien con ojo podrá darse cuenta de que la mirada que suelta en respuesta es bastante peligrosa.

Sin embargo, el hermano Paul Ruault, que comparte celda con él, les podrá explicar que "hace dos noches lo noté algo inquieto y... bueno, algo inquieto". La verdad es que le vio salir de su habitación, pero como está prohibido no querrá admitirlo por no meterle en un problema. Empezó a hablar por ayudar, pero a media frase se ha dado cuenta de que no puede contárselo a los PJ porque estos podrían decírselo al Hermano Claustral. Si le presionan lo suficiente o hacen ver que saben algo y que si miente se darán cuenta podrá llegar a admitir la verdad. En cualquier caso, el hermano LeTerrier lo negará todo, a menos que le aborden demostrando que saben lo que le pasa (ver delante).

Al día siguiente a la lectura que hizo el hermano Lievre y que tanto le alteró (creyó paranoicamente que lo de seguir los consejos de Jehová era por él), por la tarde, tendrá una discusión con Philippe durante la cual le exortará, algo nerviosamente e irritado, a que diga lo que tenga que decir y que no se vaya con evasivas. El hermano Lievre negará saber de qué habla, y la discusión acabará tan rápidamente como empezó al acercarse otro hermano.

El hermano LeTerrier saldrá otra vez de su celda durante la segunda noche de los personajes en el convento, dirigiéndose a la Cripta de San Esteban. Allí se reunirá con el hermano Gaumont, con quien discutirá fervientemente de temas religiosos, particularmente sobre la posibilidad de que un mundo imperfecto haya sido creado por un Dios perfecto y si un Dios bueno toleraría el Mal entre su creación. La verdad es que el hermano Gaumont, que llegó al convento hace cosa de un mes, es de creencias cátaras, y está intentando convertir al hermano LeTerrier.

El segundo día Alain evitará a Philippe de forma descarada, aunque le lanzará frías miradas. A primera hora fue reprendido por el Hermano Claustral por la pelea del día anterior, y cree que ha sido Philippe quien le ha denunciado (y de paso teme que más le pueda haber dicho). En realidad, otro monje les oyó discutir y avisó al Hermano Claustral, temiendo por Philippe. Esa noche Alain lo irá a buscar a su celda (Philippe duerme solo), de donde lo sacará con grandes (aunque silenciosas) protestas de este último. Irán a la Iglesia a discutir, y tras algunas palabras bastante duras la cosa llegará a las manos, y Alain caerá accidentalmente a una de las cisternas, matándose con la caída. Philippe, horrorizado, huirá del lugar del crimen y escapará del monasterio a través de las ruedas montacargas para no volver nunca más.

Unos meses más tarde, Gaumont pedirá un traslado a otro monasterio, en busca de nuevos conversos (a ser posible más estables).

Capítulo III: La vida del Obispo

Si indagan sobre la enfermedad del Obispo, resultará que dura desde hace cosa de un par de semanas. Parece ser que empezó a sentirse fatigado y algo mareado, y hace ya tres días que no sale de sus habitaciones. Ayer le visitó un médico, que tras examinarlo habló largo y tendido con el Padre Prior. Desde entonces, el Abad no ha visto a nadie más que al Padre Prior. Si los PJs intentan verlo, el Padre Prior lo impedirá, bajo excusa del frágil estado de salud del Obispo.

Durante las noches, el Padre Abad es visitado por el espectro de Valerie, una mujer a la que mató hace veinticinco años para ocultar un oscuro secreto. Valerie, aún joven y hermosa, le seduce cada noche, drenando sus fuerzas y matándolo poco a poco. El Obispo ya se ha dado cuenta del negro destino que le espera, pero no tiene fuerzas para huir durante el día ni voluntad para resistir durante la noche.

El Padre Prior se cuida mucho de que nadie pueda verle o hablar con él, para así evitar que pueda solicitar ayuda a nadie. Hace unos días hizo venir a un médico de París para que lo examinara, a sabiendas que no sería capaz de determinar la causa de su enfermedad. El Abad le explicó lo que le ocurría, pero el médico lo descartó como delirios (aconsejado por el Padre Prior). Sin embargo, antes de marchar comentó al Hermano Claustral Poiré que el Padre Abad aseguraba "estar pagando por sus crímenes de juventud". El hermano Poiré no sabe a qué se pudiera referir, y no se muestra especialmente dispuesto a difundir rumores sobre el Padre Abad.

A todo esto hay que añadir que el Padre Prior no se quedará de brazos cruzados viendo como los personajes desguazan sus planes para ser Abad como si fueran un barco viejo, e intentará acabar con ellos si se ponen pesados (aunque lo intentará con sutileza).

Capítulo IV: Otros datos pasados

Hace cosa de un mes, hubo una noche de tormenta en la que el cielo se tornó rojo y un relámpago cayó sobre la terraza superior, frente a la Iglesia de Sant Michel. El Abad lo interpretó (muy correctamente) como un mal indicio, y los monjes pasaron las dos noches siguientes orando ininterrumpidamente.

El Padre Prior Chazel ha tenido tratos frecuentes con un comerciante de Flandes durante los últimos seis meses, de quien ha comprado varios tomos (nadie lo sabe, pero son libros de hechicería negra) pero al que nunca ha invitado al monasterio, siendo siempre él quien se desplazaba hasta Cherburgo para negociar.

Una de las chicas del pueblo apareció muerta hará una semana en una plaza, salvajemente apaleada hasta la muerte. (Esto no tiene nada que ver con la aventura, ya que se trata de un simple asunto de celos, pero le dará color a la cosa si distrae un rato a los personajes).

Existe una leyenda en el monasterio que dice que quienes vagan de noche por el monasterio pueden encontrarse con el espíritu errante de una bella mujer desnuda que les arrullará hasta el amanecer (esto es una versión erotizada de la realidad... Valerie va vestida, solo ha aparecido a la vista cuatro veces en veinticinco años y nunca ha arrullado a nadie desde que murió... ni ganas). Debido a la naturaleza de la leyenda, solo la comentan los monjes más jóvenes (y salidos), y solo en susurros de complicidad y lejos del Hermano Claustral.

Capítulo V: Conclusión

Existen dos problemas principales en la historia: la historia del hermano LeTerrier y la vida o muerte del Obispo. Respecto a la primera, es muy dudoso que los PJs puedan intervenir, y su objetivo principal en la aventura es hacer creer a los jugadores que es esto lo que quiere Dracir que arreglen. Puede ser divertido verles discutir de teología con Alain, creyendo que al mitigar sus dudas están cumpliendo con su misión, sólo para ver a Dracir cada noche más furioso con ellos, aunque sin poderles explicar el por qué.

Por lo tocante a la segunda, el árbitro es libre de alargar el plazo antes de la muerte del Abad para dar algo de tiempo a los personajes. Sin embargo, una vez Alain muerto y Philippe huido es bastante más difícil que lleguen a resolver el problema. En cualquier caso, averiguar de qué va la historia y decidir ayudar al Abad no es lo mismo. Si los personajes se enteran del problema deberán enfrentarse con Valerie, y el DJ deberá asegurarse de que ésta tenga ocasión de exponer su punto de vista. Desde luego, el Abad no merece ayuda ninguna. Si dejan que Valerie lo mate, esta les agradecerá efusivamente su ayuda y desaparecerá para siempre, aliviada pero destinada al Infierno. El pequeño perrito eventualmente crecerá hasta convertirse en un fiel e inteligente mastín que defenderá lealmente al personaje que le cuidó, hasta la muerte si es preciso. Dracir rechinará dientes, les chillará y en general se cabreará como una mona, volviéndolos locos durante las siguientes dos o tres noches, para luego desaparecer para siempre. Sin embargo, su influencia aún se podrá notar en el repentino traslado de los personajes al culo del mundo (y porque en esa época no se podía echar a nadie de la Iglesia, que si no...).

En cambio si los personajes deciden acabar con Valerie y lo consiguen podrán gozar del "aprecio y gratitud" de Dracir ("¨No esperarás que te dé las gracias por cumplir con tu obligación ante Dios, verdad?"), el perrito desaparecerá para siempre de sus vidas, con una última mirada de decepción en sus ojos, el Abad volverá a Roma, donde eventualmente llegará a Arzobispo y vivirá como un cerdo toda su vida (y estará bastante agradecido a los PJ), el Padre Prior será enviado por el Obispo a convertir a los Cátaros a Provena (y odiará para siempre a los PJ) y los personajes se quedarán en el Monte Sant Michel, bien felices (o no).

Enterarse de la historia del Abad a tiempo de salvarlo (independientemente de si deciden hacerlo o no) reporta 30 P.Ap. Salvar a Alain LeTerrier son 10 P.Ap. Empapelar al Padre Prior son otros 10 P. Ap.

P.N.J.

Aquí se relatarán las historias de los personajes principales de esta obra. Sin embargo, no se incluirán características de juego de ellos para que el árbitro pueda prepararlos a medida para sus jugadores y sus personajes.

Obispo Godefroy de LeMercier, Padre Abad

El Obispo es un hombre de más de cincuenta años, que ha dedicado toda su vida a la religión. A los treinta años ocupaba ya un puesto de importancia en la Iglesia, en Siracusa, a donde se trasladó a los veinticinco años proveniente del mismísimo monasterio del Monte Sant Michel. Allí se labró toda una carrera, tanto política como religiosa, que culminó con su traslado a Roma. Sin embargo, profundas inquietudes personales le impulsaron a trasladarse de vuelta al monasterio de Sant Michel, hace ya siete años. Resulta que a la edad de veintipocos años trabó conocimiento carnal con una criada del pueblo que rodea el monasterio. Su relación funcionó bien, en secreto, durante un par de años, hasta que ella quedó embarazada. Aunque el joven Godefroy intentó tapar el asunto, no logró evitar que ella afirmara que el padre era un religioso. Sin embargo, ella estaba sinceramente enamorada de él, y se calló su nombre. Pero él, que no estaba nada tranquilo, la mató para asegurarse su silencio. Desde entonces ha tenido muchas mujeres, tanto en Italia como ahora de vuelta al monasterio, pero siempre le remordió el saber que tenía un hijo aquí. Desde hace unos días el espectro de ella le visita cada noche, drenándole su fuerza poco a poco. Si la cosa sigue así sin duda morirá antes de una semana.

Padre Christian-Marie Chazel, Padre Prior

El Padre Prior hace tiempo que sabe que el Padre Abad tiene barraganas. Hace tiempo que sabe lo de su hijo secreto en el monasterio (y la existencia de varios otros en Italia). Hace tiempo que sabe que L debería ser el Abad del monasterio, y no el Obispo de LeMercier. Sin embargo, nada de lo que sabe le permitía hacer nada para arreglar la situación, ya que nadie se tomaría en serio sus acusaciones contra un hombre tan poderoso y bien situado (y con tan buenos contactos en Roma). Pero hace unas semanas encontró finalmente el método para SU ascenso. En una impía noche invocó a un demonio al monasterio, al que envió a encontrar al espíritu errante de Valerie, la madre del hijo del Abad. Ahora sólo ha de esperar para recoger la recompensa de lo sembrado.

Hermano Jean Poiré, Hermano Claustral

Hombre de unos cuarenta años, el hermano Poiré es una persona estricta y severa que no tolera disgresiones de la Regla ni interpretaciones de los Dictados del Señor o los Mandamientos. Sabe de la existencia del pasaje que lleva de la Cripta Columnas al ábside de la Iglesia de Sant Michel.

Hermano Philippe Lievre

Hombre sencillo, de alrededor de veinticinco años de edad, Lievre nunca ha tenido suerte. Su mismo nacimiento fue una desgracia, ya que la mujer que le dio a luz, en el mismo monasterio, aseguró desde el primer momento que el padre era un monje del monte. Sin embargo, nunca quiso decir el nombre del monje, y murió en extrañas circunstancias poco después de dar a luz. Philippe fue acogido en la comunidad y educado en la religión cristiana como un buen católico, por lo cual a nadie le extrañó que tomara los hábitos a la edad de trece años. Pero el pobre tuvo la desgracia de leer un párrafo equivocado de la Biblia en la cena, que alarmó al paranoico Alain y lo puso en su contra.

Hermano Alain LeTerrier

Alain siempre ha sido un alma inquieta y algo inestable. Nació en París hace unos veinte años, cuarto hijo de una adinerada familia burguesa que le supo comprar un puesto en la iglesia parisina. Abrumado por la política de la capital, pidió el traslado al Monte Sant Michel hace cinco años, donde está desde entonces, copiando libros y estudiando matemáticas de antiguos textos griegos. Desde que conoce a Jean-Yves, sin embargo, ha descubierto que su fe en el dogma de la Iglesia no es tan férreo como creía, y está explorando otras posibles explicaciones a los misterios de Dios. Pero la presión de estar escondiendo constantemente lo que hace de los demás le está volviendo un poco paranoide.

Hermano Jean-Yves Gaumont

El hermano Gaumont es un cátaro. Vino al Monte Sant Michel hace cosa de un mes proveniente de Provena con la esperanza de poder convertir a algunos de los ilustrados monjes de la comunidad y así extender la religión albigense. Después de tres semanas estudiando a la población eclesiástica del monasterio, finalmente se ha decidido por el hermano LeTerrier, que le ha dado la impresión de ser terreno fértil.

Valerie, el espectro

Valerie era una muchacha simple que fue seducida por un joven monje. Tras unos años de felicidad, ella quedó embarazada, y tras tener a su hijo fue asesinada por su amante, que la mató para protegerse. Desde entonces ha albergado un profundo odio contra él, que no ha hecho más que crecer con su retorno, al ver como traía a una mujer tras otra a sus habitaciones. Hace unas semanas, la visita de un demonio invocado al monasterio le proporcionó la oportunidad que necesitaba para vengarse, y pactó con él en una noche impía su regreso a cambio de su alma.

Dracir, el Ángel

Un demonio ha hollado con sus sucias pezuñas el monasterio del Monte Sant Michel. Dracir ha sido enviado para enderezar lo que esta abismal criatura haya podido torcer. Sin embargo las leyes de Dios sobre el libre albedrío de los hombres le impiden participar directamente, sea por acción o información, así que se ve limitado a actuar tan delicadamente como la infernal criatura hizo, enviando a alguien a enmendar el problema. Dracir buscó a los mejores para hacer SU voluntad, pero ya se sabe que si hubiera tenido buen ojo no estaría haciendo misiones tan tontas como estas...

Distribución del Monte Sant Michel

El monasterio del Monte Sant Michel, y la ciudad que lo rodea, están construidos sobre una gran roca que emerge del mar a unos doscientos o trescientos metros al norte de la costa de Normandía. En las horas de marea baja, las tierras circundantes emergen del mar abriendo un estrecho paso de tierra elevada que conecta el monte con la tierra firme. El resto del tiempo el monasterio es literalmente una isla. Sin embargo, las aguas que lo rodean no son profundas, y en la marea alta no cubren por encima de la cintura en muchos centenares de metros a la redonda. Por otra parte, esto no significa que se pueda uno alejar del Monte Sant Michel caminando sobre el agua, ya que el suelo bajo el agua es traicionero y se ha tragado a más de un ejército invasor que vadeó las aguas desde sus navíos, varados donde la profundidad de las aguas se lo permitía.

Respecto a la estructura interna del monasterio, es importante tener en cuenta que para los habitantes del mismo los pisos más elevados representan la parte más espiritual de la colonia, mientras las zonas más bajas son las más mundanas. Por ello, la iglesia se encuentra en la cúspide de la isla, mientras que la ciudad se aferra a las empinadas laderas de la parte inferior del monte. En el monasterio vivían entre treinta y sesenta monjes, según el momento, mantenidos por el Rey de Francia.

Una curiosa característica del monasterio es la frecuencia de los motivos vegetales en toda su decoración. Por ejemplo, el refectorio, lugar donde los monjes comían, estaba adornado por capiteles con formas de matas y hojas; las columnas del claustro estaban grabadas en forma de árboles.

Las habitaciones eran muy frías en invierno porque los votos del monasterio prohibían que se calentara artificialmente ninguna habitación que no fuera el Escritorio, una de las dos únicas salas con chimeneas de todo el complejo (las de esta habitación son cuadradas), y situada bajo el claustro. En esta estancia los monjes estudiaban y copiaban los escritos que guardaban en estantes en la misma sala. Se dice que en el siglo XIII albergaba más de diez mil manuscritos. La construcción data del siglo XII. Originalmente se pretendía construir una biblioteca anexa al escritorio, pero finalmente no hubo dinero para ello, y por tanto el scriptarium hace las veces de biblioteca. El escritorio fue originalmente la cueva donde vivió y murió San Aubert, fundador del Monte San Michel, y posteriormente fue la iglesia benedictina de Nuestra Señora Bajo Tierra, hasta que en el siglo XI se utilizó como cimientos para la nueva iglesia.

La otra sala con chimeneas era la Sala de Recepciones, bajo el refectorio, donde se recibía a los huéspedes importantes. Las chimeneas de esta estancia son redondas. Esta sala, acabada de construir en el año 1.217 dC, tiene una pequeña puerta que da a unas letrinas individuales (todo un lujo en la época). Otra característica notable del lugar eran las dos inmensas ruedas de madera con cuerdas y poleas, instaladas bajo el "promenoir moines", que se utilizaban en la Edad Media como montacargas para subir las grandes piedras con que se construyeron las diversas partes del monasterio e iglesias. Existe en esta sala un estrecho pasaje, oculto, que permite acceder a la terraza de la Iglesia. La existencia de este pasaje no es demasiado conocida.

El monasterio, a pesar de sus excelentes condiciones defensivas, no contaba con ningún pozo de agua potable, debiendo depender en su lugar de sus cuatro grandes cisternas donde se recogía el agua de lluvia. Estas cisternas, de dos pisos de hondo, llegaban a tener hasta ocho metros de profundidad.

Otro sitio interesante es la Capilla de San Esteban, acabada de construir en el año 1.103 dC por un amigo del marido de Eleonor de Aquitania. Aquí es donde se guardan los huesos de los monjes muertos, que no se enterraban. Curiosamente, y a pesar de lo lóbrego que uno pudiera pensar que debería ser, es uno de los lugares más cómodos y confortables del monasterio.

También merece mención la Cripta de San Martín, acabada de construir en el siglo XI bajo el crucero sur de la iglesia. La bóveda está decorada con frescos que ilustran la vida de los santos. Parte de la cripta es de estilo gótico y parte de estilo románico, más antiguo. La forma circular de la misma representa la eternidad.

Hablaremos ahora de la Cripta de las Columnas, también del siglo XI, pequeña y aguantada por una gran cantidad de pilares. En el techo hay un agujero, de unos dos metros de lado, que la comunica con el ábside de la Iglesia. Sin embargo, y debido a la poca iluminación de la cripta y la decoración del ábside, la existencia de este agujero no es de dominio público.

Historia del Monte Sant Michel

La historia del monasterio del Monte Sant Michel se remonta al siglo V, cuando San Miguel se apareció en el Monte Gargan a San Aubert, solicitándole la fundación de una iglesia. Por tres veces se le hubo de aparecer para que éste le hiciera caso, y a la tercera, para demostrarle la veracidad de la visión, le dejó la marca de su pie en forma de un agujero en el cráneo. Así mismo, le dejó como reliquias su manto y un hueso de su cuerpo. Entonces San Aubert encontró una fuente en el extremo norte del monte, y allí fundó la iglesia. Fue el primer obispo de la región.

En el siglo VIII se fundó (en el año 708 dC) otra iglesia y alrededor de ella un pequeño pueblo. Esta iglesia era la de Nuestra Señora Bajo Tierra, perteneciente a los Benedictinos hasta el año 966 dC, fecha en la que dejó de estar englobada en tan adinerada orden.

A finales del siglo X y principios del XI tienen lugar varios derrumbamientos que obligan a reconstruir la iglesia.

Finalmente en el año 1.023 dC se acaba de construir la nueva Iglesia de Sant Michel, encima de la anterior edificación benedictina, cuya nave principal tiene que ser reconstruida a principios del siglo XII. También en esas fechas se reconstruyó, siguiendo es estilo románico original, el techo del "promenoir moines", el paseo cubierto donde los monjes meditaban. Del mismo siglo XII son la fachada norte, la casa de los abades y el escritorio/biblioteca.

En el siglo XIII una de las naves transversales de la Iglesia es derruida para dejar espacio para el claustro del monasterio. En este mismo siglo se instalaron las cristaleras de colores que aún hoy en día alumbran el monasterio. Hasta aquel momento los cristales que tapaban las ventanas era transparentes y sin colorear. En el año 1.217 dC se acaba de construir la sala de recepciones, bajo el refectorio, para recibir a los huéspedes más importantes.

Durante todo los siglos XII y XIII el Monte Sant Michel es un punto de peregrinaje de segundo orden, pero casi tan importante como los principales (Roma, Santiago y Jerusalén). Muchos peregrinos hacia Santiago pasan por el Monte camino de la ciudad ibérica.

En el siglo XIV el manto y el hueso que Sant Michel dejó como reliquias son robados del monasterio, y ya nunca son recuperados.

En el siglo XV se inaugura un nuevo tímpano en la iglesia, con un bajorrelieve que muestra a San Miguel con un dedo en el cráneo de San Aubert.